Hay muchas maneras de hacer felices a los demás, y del mismo modo hacernos felices a nosotros mismos. A veces, un simple gesto, un pequeño detalle, puede significar un mundo.
Se nos ocurrió ponernos unas narices rojas de payaso y con nuestro toque de humor regalamos dulces y abrazos a todas las personas que paseaban esa mañana por la calle San Gregorio de Pamplona.
Queríamos ver sus reacciones y la actitud que tomaba la gente ante este acto de generosidad y solidaridad.
No pedimos nada a cambio, solo ver un instante de felicidad y devolver la sonrisa a quien la regala.
No todos los días te encuentras a alguien regalando abrazos por calle, la gente respondió y se mostró emotiva ante la muestra de cariño que aportamos a las calles de Pamplona.
Nuestra repostería artesana tuvo mucho éxito entre los paseantes y se notó un agradecimiento hacia nuestro gesto.
Pero quisimos dar un paso más allá, y ser nosotras las que nos acercamos a las personas que más lo necesitaban. Fue realmente un golpe de suerte en su día.
Lo más importante de todo es que nuestro objetivo está cumplido. Conseguimos destapar sonrisas y que nos las regalasen. Eso es lo que más nos motivó. Esos pequeños detalles son a los que nos referimos, los que pueden cambiar esta sociedad y hacernos mejor, poco a poco.